El Spoiler Visual correcto: Cuando el ilustrador traiciona bien
Autor> Oscar Senonez / La ausencia de ilustraciones en este artículo es intencional.
En artículos anteriores sostuve la importancia de no adelantar la historia, de respetar el punto de lectura y de comprender que una ilustración mal ubicada, que traiciona al texto, que empuja al lector, que hace Spoiler visual, puede arruinar una experiencia narrativa completa. Nada de lo que sigue contradice esa posición. Al contrario: la presupone.
Sin embargo, una vez comprendidas esas reglas básicas del oficio, aparece una zona más compleja: aquella en la que el ilustrador, consciente de lo que hace, puede anticipar sin dañar. Incluso —en ciertos casos— sumar sentido a través de una anticipación cuidadosamente controlada.
El ilustrador puede ser un traidor a la lectura, al texto, al lector si hace mal su trabajo... pero puede convertirse en un "buen traidor", sumando a la narrativa, si utiliza el "Spoiler visual Correcto".
Este texto no propone habilitar el spoiler visual de manera liviana. Propone pensar cuándo, cómo y por qué una ilustración puede adelantarse sin traicionar la lectura.
La prolepsis en ilustración: anticipar sin traicionar
En teoría narrativa, el término prolepsis designa un adelanto temporal: la presentación anticipada de un hecho, una información o un sentido que, en el orden lineal del relato, debería aparecer más adelante. Es un recurso clásico de la literatura y del cine, utilizado para generar tensión, expectativa o una lectura más compleja del relato.
Trasladado al campo de la ilustración editorial, el concepto resulta especialmente delicado. Porque la imagen —a diferencia del texto— impacta de manera inmediata, sin la mediación secuencial de la lectura. Allí donde el texto dosifica, la imagen irrumpe.
Por eso, hablar de prolepsis en ilustración no puede hacerse a la ligera. No toda anticipación visual es legítima, ni todo adelanto de información suma al relato. En muchos casos, ocurre lo contrario: la imagen revela demasiado pronto aquello que el texto construye con paciencia.
Podríamos hablar, se me ocurre, del "Spoiler Visual Diferido" Es decir, una imagen que solo revela su verdadero significado después, cuando el lector ya ha avanzado en el texto o incluso cuando vuelve sobre la obra en una segunda lectura.
En ese caso, la imagen no traiciona la lectura inicial, porque no puede ser plenamente comprendida en ese primer momento. La información está allí, pero no es legible todavía.
Sin embargo pienso que llamar a eso "Spoiler Visual Diferido" no termina de ser correcto dada la carga de significado de la palabra "Spoiler". Así que denominaré a éste fenómeno en la ilustración de otra manera.
El Presagio visual
En narrativa audiovisual existe una técnica ampliamente utilizada llamada foreshadowing: la introducción temprana de elementos que cobrarán pleno sentido más adelante. En ilustración editorial ocurre algo similar, aunque con particularidades propias del lenguaje visual fijo. A ese fenómeno, o herramienta de ilustración, lo denomino Presagio Visual.
Llamo Presagio Visual a la decisión consciente del ilustrador de introducir elementos visuales que anticipan un sentido futuro del relato sin revelarlo, respetando el punto de lectura en el que se encuentra el lector. De la misma manera que el foreshadowing opera en diferentes formas, diré que el Presagio visual opera más o menos en éstas formas:
Presagio visual sutil
El más frecuente y, en general, el más elegante.
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Objetos secundarios.
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Gestos ambiguos.
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Sombras, encuadres, tensiones espaciales.
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Elementos que no reclaman atención inmediata.
El lector no lo registra conscientemente, pero lo asimila.
Presagio visual simbólico
Opera a nivel de atmósfera y metáfora.
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Uso del color.
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Repetición de formas.
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Climas visuales.
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Motivos gráficos recurrentes.
No anticipa hechos, anticipa sentidos, emociones.
Presagio visual directo (riesgoso)
Existe, pero como lo mencioné en otro artículo, requiere altísimo oficio.
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Puede rozar una traición descarada del texto.
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Solo suele funcionar si no da información decodificable inmediata.
Mal ejecutado, el Presagio Visual directo se convierte en Spoiler Visual.
Bien ejecutado crea tensión intelectual y un mayor deseo de seguir con la lectura.
El Spoiler Visual vs el Presagio Visual
El presagio visual no adelanta información: adelanta una sensación de sentido.
El spoiler visual adelanta una certeza narrativa.
La ilustración puede anticipar sin adelantar, sugerir sin revelar, y preparar una lectura sin traicionarla. Eso no es spoiler, es prefiguración... es Presagio visual.
No todo adelanto visual es un error, pero casi todo error visual es un mal adelanto.
El Presagio Visual no explica: sugiere. Introduce una tensión mínima, una forma, un gesto, un objeto o una atmósfera que en el momento de la lectura no se termina de comprender del todo. Su eficacia no está en el presente, sino en el futuro: funciona en retrospectiva. Solo más adelante, cuando el lector completa el recorrido del relato, esa imagen cobra un nuevo sentido. No clausura la lectura; la amplía. No impone una interpretación; la deja en suspenso.
El Spoiler Visual, en cambio, delata. Dice antes lo que el texto todavía no dijo. Explica lo que debería descubrirse leyendo. Se entiende de inmediato, y justamente por eso fracasa. Al anticipar de forma literal, anula el suspenso, reduce la ambigüedad y empobrece la experiencia. Allí donde la imagen debería acompañar el proceso de lectura, lo reemplaza. En lugar de abrir sentido, lo cierra.
La diferencia fundamental está en el punto de lectura. El Presagio Visual lo respeta, aun cuando juega con el tiempo del relato. El Spoiler Visual lo ignora por completo: ilustra desde el conocimiento total del ilustrador, no desde la ignorancia parcial del lector. Y ese gesto —dibujar con información que el lector todavía no tiene— no es audacia ni profundidad conceptual: es falta de oficio.
Cuando la imagen presagia, acompaña. Cuando spoilea, traiciona mal. La distancia entre una cosa y la otra no es estética: es ética, narrativa y profesional.
El punto de lectura como principio irrenunciable
Toda ilustración se inscribe en un momento preciso del relato. No responde al conocimiento total de la historia que posee el ilustrador, sino al lugar exacto en el que se encuentra el lector.
Ilustrar desde el final cuando el lector está al comienzo no es profundidad: es desconsideración narrativa.
Incluso cuando una imagen anticipa, debe hacerlo desde la experiencia del lector en ese punto concreto. No desde la omnisciencia del autor, ni desde la comodidad de quien ya conoce el desenlace, ni desde una mirada retrospectiva que ignora el proceso de lectura.
El punto de lectura no se negocia. Se interpreta.
Riesgo, oficio y responsabilidad
Toda anticipación visual implica riesgo. Y todo riesgo en ilustración es, en última instancia, una decisión editorial.
No siempre conviene anticipar.
No siempre es necesario.
Y muchas veces no es pertinente.
Pero negar de plano esa posibilidad sería reducir la ilustración a un rol meramente confirmatorio, incapaz de dialogar en profundidad con el texto. El problema al final no es el Spoiler Visual en sí: el problema es ejercerlo sin comprensión del oficio.
Antes de aprender a adelantarse, el ilustrador debe aprender a esperar.
Solo quien entiende el tiempo de la lectura puede permitirse jugar con él sin arruinarlo.
Porque en ilustración, como en todo oficio serio, la libertad no nace del capricho, sino del conocimiento.
