La Navidad de la ilustración
Autor > Oscar Senonez / La ausencia de ilustraciones en este artículo es intencional.
En artículos anteriores propuse una división histórica conceptual para distinguir qué es y qué no es ilustración, basada en tres etapas: Expresión, Proto-ilustración e Ilustración per se. Desde allí sostuve que las pinturas rupestres o el Libro de los Muertos no pueden calificarse como ilustración, y señalé un momento concreto en la historia como el nacimiento de la ilustración propiamente dicha: la aparición de la mise en page —o su equivalente proto en soportes secuenciales.
Ahora, una vez expuesta la base de esa división, es inevitable enfrentarse a tres preguntas recurrentes:
¿dónde nace la ilustración en la historia del mundo?,
¿cuál es la primera ilustración?,
¿quién es el primer ilustrador?
El nacimiento de la ilustración
La ilustración per se —ese oficio dependiente, clarificador, subordinado a un texto ajeno, con intencionalidad de iluminar y una cadena comunicativa plena— no nace en Occidente con Gutenberg, como suele afirmarse. Nace en Oriente, en China, bajo la dinastía Tang, y tiene una fecha tan precisa que casi parece un regalo navideño anticipado: 11 de mayo de 868 d.C.
Esa fecha figura en el colofón del Diamond Sutra, el libro completo impreso más antiguo, fechado y conservado del mundo. Se trata de un rollo de aproximadamente cinco metros que contiene un sutra budista sobre la vacuidad y la iluminación, producido mediante xilografía —tallado en bloques de madera—. Al inicio del rollo aparece una viñeta frontispicio: Buda predicando a su discípulo Subhuti, rodeado por una asamblea.
¿Por qué sostengo que aquí nace la ilustración per se? Porque, por primera vez de forma documentada y reproducible, se cumplen prácticamente todos los criterios que defiendo como definitorios del oficio:
Dependencia.
La imagen no es autónoma: sirve al texto del sutra, clarificando visualmente el núcleo del diálogo doctrinal.
Intencionalidad clarificadora.
No oscurece mediante enigmas ni ambigüedades expresivas: ilumina la enseñanza para devotos, analfabetos o meditadores, volviendo accesible el contenido.
Integración en el soporte.
Aunque se trate de un rollo —una proto-mise en page secuencial—, la viñeta se dispone estratégicamente al inicio para guiar la lectura, considerando flujo visual y jerarquía.
Reproducción masiva.
La xilografía permite copias múltiples, económicas y fieles. Existe una cadena comunicativa real: taller → lectores → circulación amplia.
Encargo con propósito editorial.
El colofón menciona a Wang Jie, quien lo encarga "para distribución universal gratuita", con un objetivo claro de difusión doctrinal y acumulación de mérito budista.
Antes de 868 d.C. nos movemos aún en el terreno de la proto-ilustración: jeroglíficos egipcios, rollos rituales o emakimono japoneses son sistemas híbridos, simbólicos, artesanales y no reproducibles a gran escala. Las pinturas rupestres pertenecen a la expresión pura. El Diamond Sutra cruza el umbral: por primera vez, una imagen sirve al texto dentro de un formato reproducible, con intención de aclarar un contenido para un público amplio. En esencia, funciona de un modo sorprendentemente cercano a un libro ilustrado contemporáneo.
LA PRIMERA ILUSTRACIÓN
Precisamente esa viñeta frontispicio del Diamond Sutra: Buda exponiendo el sutra a Subhuti. Es la ilustración impresa datada más antigua en un libro completo que cumple, sin forzar categorías, con los criterios de dependencia, claridad y reproducción.
EL PRIMER ILUSTRADOR
Aquí aparece una constante en los orígenes del oficio: el anonimato. El tallador o diseñador de esa viñeta es desconocido. Fue un artesano integrado a un taller colectivo budista, sin firma, sin autoría individual. El énfasis estaba puesto en el servicio al texto y a la doctrina, no en el reconocimiento personal. Wang Jie es el comisionado, no el autor visual.
El primer ilustrador nombrado aparece mucho más tarde, en el siglo XIII: Toros Roslin (ca. 1210–1270), iluminador armenio que firma siete manuscritos evangélicos, entre ellos el Evangelio de Zeytun (1256). En Roslin ya encontramos estilo personal, pero siempre subordinado al texto y con una función clarificadora explícita.
Oriente inaugura la ilustración reproducible —China en 868, Corea con tipos móviles en 1377—; Occidente la sistematiza con la tipografía metálica y la mise en page codical tras 1450. El nacimiento de la ilustración es global, oriental, colectivo y funcional. Humilde y masivo.
La ilustración no nace en un pesebre, pero sí en un taller humilde, envuelta en un aura de trascendencia religiosa que trasciende lo meramente terrenal. Paradójicamente, a lo largo de su historia fue maltratada como "arte menor", pero se convirtió en el gran propagador de cultura: no solo para una élite de eruditos, sino para el pueblo entero.
De ese origen humilde, incluso hoy sigue siendo el arte que mejor predica cultura a multitudes —una trascendencia que, creo yo, podría envidiarle el llamado "arte mayor".
